Don Rodrigo de Vergara, natural de Logroño, fue obispo de León desde el año 1470 al 1478. Llegó a León dejando vacante el obispado de Tuy, para asumir el mando del obispado de León, en el que sustituyó a Don Antonio Jacobo de Veneris.
Según cuenta el padre Manuel Risco en “España Sagrada. Memorias de la Santa Iglesia esenta (sic) de León”, publicado en Madrid en 1788, por aquellos años de finales del siglo XV, la ciudad de León andaba algo revuelta. Entre otros sucesos, en el año 1475 el alcalde de León, Alonso de Blanca quiso entregar la ciudad al Rey de Portugal, pero enterada la reina Isabel la Católica de la traición, se llegó hasta León desde Valladolid y le quitó el cargo a Alonso de Blanca dándoselo a Sancho de Castilla.
Y cuentan que el obispo Rodrigo de Vergara y el canónigo tesorero de la catedral, Don Fernando Cabeza de Vaca, tenían serias diferencias. Intentando apaciguar los ánimos estaba el Conde de Luna, que actuaba como mediador entre ellos.
Pero el enfrentamiento debía de ser grande, porque un buen día el obispo, disimulando su enojo, invitó a comer al tesorero al Palacio Episcopal y una vez que se quedó solo el canónigo en el palacio ya que sus criados se habían vuelto para casa, el maestresala del obispo, por orden de éste, acuchilló a Don Fernando hasta matarlo.
Enterados los criados y la familia del tesorero del asesinato, fueron a buscar al obispo al palacio episcopal, pero éste se escapó, huyendo por el adarve de la muralla hacia la casa del Conde Luna para pedir amparo.
Los criados de Don Fernando, persiguieron al obispo hasta el Palacio del Conde, donde le dieron alcance, y allí mismo, delante de la Condesa y le mataron.
Como consecuencia del asesinato del canónigo tesorero por orden del obispo, las gentes de la ciudad se alborotaron y acudiendo en masa al Palacio Episcopal, lo desvalijaron y lo incendiaron, sin que nada pudieran hacer la Justicia ni las gentes del Cabildo.
Así, aquel palacio quedó arruinado y se tuvo que construir uno nuevo, que después de algunas reconstrucciones más a lo largo del tiempo, es el que ahora podemos ver cuando paseamos por las proximidades de la catedral.
Se pueden descargar las páginas de “España Sagrada” en las que se habla del obispo Rodrigo Vergara y en las que se narra esta historia desde AQUÍ. (PDF – 0,5 Mb)
5 comentarios:
El relato de los hechos tiene todos los ingredientes de una novela negra: intriga, miedo, atmósfera asfixiante, ilegalidad, deterioro ético, corrupción del poder, huidas intempestivas... Ni Truman Capote lo hubiera contado mejor. :)
Como dicen las crónicas, "Murió sin luz, sin cruz y sin testamento", en cima le enterraron en un rincón de la capilla, si el hombre ya estaba para jubilarse, a que se metería en esos berenjenales¿valgame el cielo!la que lió.
En algún sitio creo haber leído que el obispo se refugió entre las faldas de la condesa y que allí mismo, en semejante escondrijo, le acuchillaron. Aunque no sea cierto, añade una nueva vuelta de tuerca: el obispo bajo las faldas.
Saludos
y qué fue del fiel y obediente maestresala?
ascendió en el escalafón, fue ajusticiado como su señor, o se libró diciendo eso de "yo era un mandao"?
cosas veredes...
Efectivamente, dicen que al obispo le acuchillaron en el regazo de la condesa mientras el conde se desentendía de la suerte de aquel dándose un paseito por la plaza en la que estaba ubicado su palacio. Así que al listado de tramas que nos ofrece la Vecina del Primero podemos añadir un posible lío de faldas.
Y el maestresala ... Ya no se hace referencia a él en los relatos del hecho, pero a buen seguro que como sirviente fiel y bien mandado entraría a servir al obispo que sustituyó al asesinado.
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