La Doña Sancha de la que trata este post es la que fue hija de la Reina Doña Urraca y del Conde Don Raimundo de Borgoña y hermana del Emperador Alfonso VII. Nació en el año 1102 y desde muy joven afirmaba ser la esposa (espiritual, por supuesto) de San Isidoro. Según cuenta Lucas de Tuy, hasta se le apareció el Santo en una ocasión: “... acaeció que un día fue arrebatada en éxtasis y elevada sobre su natural sentido, y vio los cielos abiertos, y al gran Doctor San Isidoro, esposo suyo, muy resplandeciente con una claridad maravillosa, ...”
La Infanta Doña Sancha murió en al año 1159 y como le correspondía a los miembros de la familia real, fue enterrada en el Panteón Real, al que por entonces se conocía como la Capilla de Santa Catalina o Capilla de los Reyes.
Grabado del Panteón Real publicado en el año 1855La llegada de las tropas de Napoleón en 1809 a León trajo consigo la destrucción, el robo, la rapiña. Los franceses transformaron la iglesia de San Isidoro en almacén y el Panteón Real en caballerizas. Usaron los sepulcros como abrevaderos y pesebres para los caballos y para ello sacaron los restos que había dentro y los amontonaron en un rincón. Viendo esta tremenda profanación, los canónigos de la colegiata se las ingeniaron para rescatarlos, llevándolos a la iglesia de Santa Marina. Todos excepto la momia de Doña Sancha, a la que trasladaron a una casa particular, quizá con el ánimo de que estuviera más protegida.
Al retirarse los franceses se devolvieron todos los restos a los sarcófagos que quedaron en el Panteón Real, pero esta labor se hizo sin orden ni concierto, quedando todos los huesos revueltos a excepción de la momia de Doña Sancha, a la que depositaron cubierta únicamente con un trozo de damasco en un sarcófago separado y sin lápida que lo tapara.
Isabel II a los 27 añosAsí quedaron el Panteón y la Infanta, hasta que en 1858 la Reina Isabel II, con tan solo 28 años, acompañada de su marido y con el futuro rey Alfonso XII todavía en brazos, visitaron León. En su recorrido por la ciudad uno de los lugares que por los que pasó fue la Colegiata de San Isidoro, y al entrar en el Panteón Real y ver en que estado se encontraba la Infanta, prometió que una vez de regreso en Madrid, haría enviar un manto brocado de oro, de los que usaba en las ceremonias de la Corte para que la momia de Doña Sancha quedara cubierta de forma digna.
Por fin la Reina mandó lo prometido y en Abril de 1867 se reunieron en el panteón el Gobernador Civil de la provincia, el Gobernador Militar, el Obispo, el Alcalde de la ciudad y los canónigos de la Colegiata junto con otras autoridades, y pusieron el cuerpo de la Infanta en una urna de nogal y cristal realizada para esta ceremonia, y allí la vistieron con el manto real, procediendo después al trasladó de la urna a la iglesia, donde quedó expuesta la Infanta.
Panteón Real en la actualidadEn Septiembre de 1868 la revolución conocida como “La Gloriosa” derrocó a la reina. Para León una de las consecuencias inmediatas fue la sustitución del Gobernador Civil por uno afín a la causa: Don Tomás de Aquino Arderius.
A partir de aquí hay varias versiones acerca del destino del manto real con el que se cubrió a la momia de la Infanta Doña Sancha.
Don Julio Pérez Llamazares, Abad de la Colegiata en 1954, cuenta en un artículo publicado ese año, que en una de las visitas del nuevo Gobernador Civil a los monumentos y edificios de la ciudad, fue a la Colegiata de San Isidoro, a la que acudió acompañado de su esposa. Por lo visto, algo de lo que vieron les gustó y al día siguiente, el Gobernador mandó recado al Cabildo para que le prestaran el manto de brocado de oro que cubría a Doña Sancha, ya que su esposa quería hacerse uno igual. Esa fue la última vez que el manto fue visto.
Momia de Doña Sancha después de la visita del Gobernador CivilOtra versión cuenta que en Enero de 1869, nuestro buen Gobernador Civil se presentó en la Colegiata acompañado por la Guardia Civil e incautó el manto además de la arqueta de las bienaventuranzas y de otros enseres, con destino al Museo Arqueológico Nacional recién creado por el nuevo gobierno. Fuera de una manera o fuera de otra, el hecho es que la pobre Doña Sancha quedó otra vez desnuda y ante tal situación el Cabildo decidió que sus restos retornaran de nuevo a un sarcófago del Panteón Real, haciéndose cargo de la urna de caoba y cristal el Museo Provincial de León.
Infanta Doña Sancha en 1997Epílogo. En Febrero de 1997 se volvieron a abrir los sarcófagos para realizar un estudio antropológico de los restos que allí están depositados, estudio que pretendía determinar desde la identidad de los que allí estaban enterrados hasta su dieta. Para realizar este estudio, todos los restos depositados en el Panteón Real se trasladaron a un laboratorio que se instaló en dependencias de la misma Colegiata para su análisis. Entre estos restos, los arqueólogos encontraron además de cuatro cuerpos momificados (uno de ellos el de la Infanta Doña Sancha), huesos humanos, cenizas, restos de papel, deyecciones de caballo, restos vegetales, huesos de animales, etc.
Diez años después la encargada de la investigación entregó sendas copias del estudio a la Junta de Castilla y León y al Ayuntamiento de León (entidades que cofinanciaron la investigación) con la siguiente conclusión final: “Aunque uno de los objetivos más ambiciosos que se pretendían en este proyecto era el de reasignar los nombres de los regios personajes allí enterrados con los huesos encontrados, el mal estado del material osteológico y la falta de indicios específicos de carácter personal ha frustrado el intento”.